"EXCESO DE MADRE"

Este texto ha sido parte de una Charla para Padres: "AFECTIVIDAD Y AUTONOMIA: ¿Qué le estoy Trasmitiendo a mi Hijo?"

El tema de la relación madre e hij@ es tan recurrente hoy en día que a veces se hace delicado. Como los niños han empezado a ocupar un lugar importante en la familia y en la sociedad, muchas veces existe la inquietud y la pregunta sobre lo que significa ser una "buena madre". Esto se acompaña de acciones cotidianas que están vinculadas a creencias, supuestos, a la propia historia y al estilo de vida de la sociedad actual.
El tema de la MADRE es particular, ya que la relación que establece con el hijo o hija es única, diferente a la del padre y otros, en tanto el bebé es desde un inicio “parte de su cuerpo”. Esta situación implica, entre otras cosas, que la relación afectiva con ella es mucho más intensa y, por lo tanto, el proceso de separación también lo es, lo que puede producir algunas dificultades en la autonomía e independencia del niño y, también, de la madre.
Como el bebé es un ser totalmente dependiente al nacer y como estos lazos de dependencia absoluta y relativa permanecen toda la vida, muchas veces existe en la madre ansiedades, miedos, dudas e intranquilidad respecto a lo que hace con su hijo o hija. Estos sentimientos se agudizan con el exceso de información y de opiniones que existe en la actualidad.

Es importante entender que la separación es un proceso paulatino. También es importante considerar que en el ser humano se da una particularidad diferente a la del animal, ya que los animales se independizan en corto tiempo e incluso se olvidan de quien les dio la vida. El ser humano, en cambio, queda siempre ligado a su madre, incluso después de la muerte.

La diferencia del proceso de separación en relación al animal, es que el niño debe transitar desde una relación REAL con la madre a una relación SIMBÓLICA con ella. Es decir, que a medida que el niño crece va construyendo representaciones psíquicas, que lo sostendrán en la vida. Para que este proceso se constituya es importante entender el juego de presencia-ausencia que debiera instalar la madre. 

En general, siempre se habla de lo importante que es la PRESENCIA de los padres, especialmente de la madre, en el desarrollo del niño. Sin embargo, es necesario mencionar también la relevancia que pueden tener los momentos de “AUSENCIA”, como posibilidad de ir instalando un vacío que le permita ir incorporando referentes y significantes para sostener su autonomía.

Si existe una presencia excesiva y absoluta de la madre real, la constitución del espacio psíquico se hace más difícil, lo que podría implicar que la ausencia de esa persona, en el futuro, produzca exceso de angustia y ansiedad en el niño y también en el adulto.
La madre viene y va, viene y va. Si este juego de ausencias y presencias se da en forma simultánea y serena, el niño va teniendo la tranquilidad de que lo que se va, regresa y lo que desaparece vuelve a aparecer. Este proceso se aclara un poco más con el juego "¿Dónde está?- Aquí está", que tanto le gusta a los niños.

Muchas dificultades que existen en niños y adultos, se producen por un "exceso de madre": madres ansiosas, que quieren darlo todo, que no se despegan de sus hijos, que duermen con ellos, que no les permiten caerse, que se asustan, que se angustian al dejarlo por un rato. Hay madres que sienten que el niño es de su propiedad: "quería tener algo mío". Otras re-editan vivencias infantiles de abandono y se ubican en el lugar opuesto. Hay madres desconfiadas del mundo externo, que no se relacionan y no permiten a sus hijos hacerlo. Estas actitudes y sentimientos se van transmitiendo al hijo y van produciendo ansiedades y angustias, que también le impiden separarse y que producen inseguridad, dependencia e incluso ahogos, que dificultan la "salida al mundo" y la creación de nuevos vínculos.

Al tener conciencia de lo importante que es la presencia y también la ausencia, se puede criar con mayor tranquilidad: al irse, decirle "la mamá va y vuelve, va y vuelve". Permitir caerse y levantarse solo, que pueda investigar el espacio y que los padres respeten sus lugares: la cama, los juguetes, el jardín infantil, las relaciones con otros.
La presencia-ausencia, el estar y no-estar, son fundamentales para el proceso de autonomía del niño. Para lograrlo se hace necesaria la claridad y seguridad de la madre, en tanto pueda ella hacer de la ausencia un respiro, un espacio que permita el crecimiento.





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